Las 50 regiones de emergencia ambiental reportaron durante la pandemia alrededor de 78 por ciento de los decesos a nivel nacional.
Además que debido a la contaminación ambiental su población padece diversos tipos de cáncer, mutaciones genéticas y retraso mental infantil, afirmó la doctora Aleida Azamar Alonso, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
En el Foro de investigación Aguas Subterráneas. Haciendo visible lo invisible, Agua subterránea y medioambiente, organizado por el Museo Gota de Agua de la UAM, la especialista enfatizó que el problema que enfrentó la población exhibe que México padece varias crisis a nivel general, pero dos muy relevantes son la causada por la COVID-19 y la ambiental, ambas de carácter sanitarias, que se conjuntaron en años pasados.
Inicialmente las regiones de emergencia ambiental se encontraban localizadas en Guaymas-Nogales; Manzanillo-Nuevo Laredo; Matamoros-Villahermosa; Acapulco-Veracruz; Tapachula-Manzanillo; Salina Cruz-Coatzacoalcos, y Villa Hermosa-Cancún, pero a la fecha se han ubicado casi 50, que se construyen sobre la base de plantear soluciones colectivas escuchando a las poblaciones de la zona, explicó.
“Esas crisis son ocasionadas por la devastación ambiental por más de tres décadas a causa de la actividad de compañías estatales, nacionales e internacionales, las zonas contaminadas alcanzan o superan los niveles de los peores lugares de contaminación ubicados en China, Indonesia, Estados Unidos, India y Ghana”, abundó.
Investigación
Para estas regiones en México, en diciembre de 2019 un grupo de ciudadanos, periodistas y activistas internacionales –en la caravana denominada Toxitour– recorrieron seis zonas del pasís donde convergen diversas afectaciones ambientales y a la salud generadas por actividades extractivas y productivas.
Con un trayecto de más de dos mil 600 kilómetros, el contingente recorrió desde el municipio de El Salto Jalisco, cruzando el estado de Puebla; Dolores Hidalgo, Guanajuato, comunidades de Tlaxcala, municipios del Estado de México, concluyendo en la ciudad portuaria de Coatzacoalcos, Veracruz.
“Estos lugares son propiamente infiernos ambientales, aunque algunos los ven como paraísos industriales, lo cierto es que existe una grave contaminación ambiental por las actividades productivas”, expuso.
La selección de estos sitios fue resultado de más de 15 años de denuncia de colectivos ambientales articulados para contrarrestar las afectaciones por los diferentes emprendimientos de extracción de gas, por la minería, transgénicos, biopiratería, petróleo, monocultivos y de patentes sobre plantas tradicionales.