El estigma y la discriminación son barreras que interfieren en la búsqueda de atención médica de las personas que viven con obesidad, alertó la psicóloga de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” (INCMNSZ), Verónica Vázquez Velázquez.
A nivel internacional, hasta 62 por ciento de personas con esta condición ha vivido experiencias de estigma en la familia, en el consultorio médico, en la escuela y en los lugares de trabajo. Casi 80 por ciento ha sufrido discriminación por su peso y 60 por ciento cree que no ha hecho lo suficiente para modificar su situación; como ejemplo, experimentan culpa porque creen que “no tienen suficiente fuerza de voluntad”.
En entrevista por el Día Mundial de la Obesidad el próximo 4 de marzo, la especialista explicó que, además de ser un factor de riesgo para distintas enfermedades, daña también la salud mental y el impacto es mayor cuando sufren discriminación, lo que provoca más episodios de depresión, ansiedad e incluso pensamientos o actos suicidas.
Estigma
La insatisfacción corporal genera baja autoestima que se traduce en estrés crónico. “Todos estos prejuicios por su peso se van interiorizando. Las personas creen que es verdad y eso impacta en su forma de relacionarse con el mundo, en las decisiones que toman, en la búsqueda de tratamiento; no quieren hablar del peso y se enojan o molestan contra quien habla del tema”, refirió.
La persona cree merecer la discriminación por su peso; justifica su desempleo al razonar: “cómo me van a contratar si tengo este cuerpo, seguramente piensan que no soy responsable, y tal vez tengan razón porque no me he podido cuidar bien”, dijo.