El origen de la COVID-19 se encuentra en la destrucción de la naturaleza que, en numerosos sitios del planeta, es irreversible.
En el gran crecimiento de la población humana, y en el contacto entre esta y la fauna silvestre que propicia la transmisión de enfermedades.
Esta situación no se detendrá en el corto plazo. Esos aspectos ocuparán un lugar relevante en las agendas de México y el mundo en los próximos años.
Hoy, “las enfermedades infecciosas emergentes forman parte de los cambios globales”, aseguró el Integrante de la Junta de Gobierno de la UNAM, Alberto Ken Oyama Nakagawa.
Cambios globales
Al referirse al tomo 14 de la colección universitaria “La década COVID en México. Los desafíos de la pandemia desde las Ciencias Sociales y las Humanidades”, dedicado al tema de Ecología, medio ambiente y sustentabilidad, el académico en Biología por la Facultad de Ciencias de la UNAM, y doctor en Botánica por la Universidad de Kioto, Japón, señaló que esa obra contiene aspectos relevantes.
El primero de ellos es colocar a las enfermedades infecciosas emergentes dentro del contexto de los cambios globales que afectan a la humanidad, como el climático, y que han sido causados por la actividad humana.
Asimismo, la destrucción de la naturaleza y la pérdida de ecosistemas y su biodiversidad como factores fundamentales para que existan las llamadas enfermedades zoonóticas, es decir, aquellas transmitidas de los animales al ser humano.
Y, finalmente, en el tomo de 12 capítulos se muestra la necesidad de un nuevo enfoque multidisciplinario para el estudio, tratamiento y combate a este tipo de enfermedades.